Hablar es más fácil que hacer, y cuando nos referimos a la práctica de la arquitectura, una actividad fuertemente condicionada por innumerables factores, digamos externos, esta afirmación cobra aún más sentido. No cualquier profesional esta dispuesto a contribuir a la solución de problemas en comunidades distantes, relativamente aisladas y en condiciones de vulnerabilidad social y ambiental; este es, sin embargo, precisamente el foco de la actividad de Noelia Monteiro, arquitecta argentina que trabaja en Brasil y que, junto con Christian Teshirogi, fundó en 2015 el Estudio Flume.
Desarrollando proyectos en compañía de equipos multidisciplinarios en los que participan profesionales de la arquitectura, la ingeniería, las ciencias sociales, la geología y la antropología, el enfoque del arquitecto no es menos personal. En realidad, requiere cierta implicación con las comunidades, acercando a las personas al proceso de diseño desde los primeros momentos hasta su finalización. El resultado de esta práctica ha sido reconocido con importantes premios nacionales y, más recientemente, ArchDaily seleccionó a Noelia para su lista de las mejores oficinas y prácticas jóvenes en 2020.
Hablamos con la arquitecta sobre su trabajo con los sistemas socioambientales urbanos, su práctica extendida por varias regiones del territorio brasileño y cómo sus proyectos buscan contribuir al fortalecimiento de las economías locales. Lean la entrevista a continuación:
Romullo Baratto (ArchDaily): Desarrollas una práctica autónoma y, en paralelo, formas parte del Estudio Flume. ¿Cómo funciona esta división? Además de ti y Christian Teshirogi, hay otros profesionales en el estudio, ¿colaboras a tiempo? ¿Cómo funciona esta estructura?
Noelia Monteiro: Desde el bachillerato tuve una actitud inquieta, tratando de involucrarme en causas que me interesaban y motivaban, además de la propuesta curricular de la escuela. Esto transformó mi actitud en el curso de arquitectura durante la formación, donde comencé a asociarme con colegas con los que tenía afinidad para desarrollar propuestas para concursos de arquitectura. Llegué a Brasil motivada por conocer una cultura con la inmensidad de este territorio de escala continental. Siempre he estado involucrada en proyectos que fueron clave para mi propio descubrimiento, y cada uno de estos proyectos fue concebido y desarrollado en equipo. La riqueza de este proceso está en el encuentro con las personas. Así, en cada proyecto, construí inevitablemente la interacción con colegas y amistades, ya sean profesionales en arquitectura o alianzas de otros campos disciplinares.
Al final, lo que importa es la experiencia, el intercambio, la historia que cada colega aporta para sumar a esta propuesta. A partir de estas alianzas se consolidó una colaboración constante con Christian, lo que nos llevó a montar el Flume Studio. Y este modelo de colaboraciones puntuales con otros profesionales se ha consolidado como el modelo que más nos representa. En cada proyecto se establece esta estructura horizontal, donde el diseño y las decisiones constructivas son el resultado de las discusiones y aportes de cada miembro de los equipos. Nada se crea individualmente, sino colectivamente.
RB: Además de la práctica del proyecto, coordinas el grupo de trabajo e investigación de Marajó en la Escola da Cidade. ¿Cómo se superponen, tensionan o retroalimentan la investigación y la práctica en su trabajo?
NM: El Grupo de Trabajo e Investigación de Marajó, en el eje temático Modos de Vivienda / Arquitecturas Anfibias, se enfoca en edificaciones estrechamente relacionadas con los ciclos del agua, especialmente sobre pilotes, en el archipiélago de Marajó, estado de Pará. El agua como fuente de vida y de ribera comunidades en la esencia de este vínculo de vivir en estrecha relación con el medio natural que lo rodea, es un tema de gran interés para mí. La oportunidad de profundizarnos en el conocimiento de los pueblos tradicionales, su historia, sus técnicas constructivas y, a partir de este punto, pensar en la construcción de un cuerpo de conocimiento de esta arquitectura, alimenta, al mismo tiempo, el ambiente académico, el conocimiento, y nuestra práctica profesional.
Las propuestas desarrolladas en GTP se estructuran a través de viajes de estudiantes y arquitectos y arquitectas como soporte técnico-científico y se despliegan en estudios de arquitectura, investigaciones, eventos y manuales de construcción. Hicimos los primeros viajes en 2018, pensando en proyectos para la renovación del arquitecto local de escuelas locales, de acuerdo a principios de bajo impacto al medio ambiente y en base a la nueva propuesta pedagógica para la educación básica implementada por el Departamento de Educación del Municipio de Chaves. Pronto los proyectos se ampliaron a la recomposición ecológica de las localidades ribereñas. Las acciones propositivas y las investigaciones movilizan la realidad local. El entorno académico tiene una fortaleza crítica que debe estar dirigida a generar insumos para las Políticas Públicas locales, como en este caso, discutir el espacio de la educación en lugares remotos y de difícil acceso, en un entorno de exuberante naturaleza y de vulnerabilidad social, pero al mismo tiempo con la expectativa de desarrollar herramientas e insumos para las nuevas generaciones de arquitectos que ingresan a un campo profesional con desafíos diferentes a los de nuestra generación. El grupo también analiza la cartografía existente, a partir de la cual produce interpretaciones y propuestas a escala regional, con énfasis en una visión integral y ecológica del sistema escolar y otras edificaciones y programas del municipio.
Esta visión regional, la escala del territorio, tiene un fuerte vínculo con nuestra práctica profesional. Entender cada una de nuestras intervenciones dentro del sistema mayor donde se inserta, permite que las decisiones no sean consideradas como soluciones aisladas, sino como la construcción de un conocimiento con un alcance más amplio que en sí mismo.
El grupo de investigación se enfoca en el bioma específico de Marajó, pero el análisis de culturas originales e históricas en la ocupación de la Amazonía, en una perspectiva decolonial, es un tema que me acompaña desde la práctica del oficio, así como los procesos constructivos en tal contexto y acciones interdisciplinares y transformadoras, para repensar nuestra práctica profesional y la formación del arquitecto en el día a día.
RB: En tu portafolio llama mucho la atención la variedad de territorios donde desarrolló proyectos. São Paulo, Río de Janeiro, Amazonas, Pará, Maranhão son algunos de los lugares donde ya ha diseñado. Al igual que en el proceso previo al proyecto, ¿te llegan estos pedidos o eres tú quien propone el proyecto y luego busca alternativas de financiación?
NM: Ambas respuestas son verdaderas. Pero siempre me ha llamado la atención la curiosidad por cómo se desarrollan los proyectos y las construcciones fuera del radar de las grandes ciudades. Así, mi acercamiento a las ONG y al tercer sector precede a mi graduación en arquitectura, por lo que siempre me ha interesado el trabajo de instituciones que proponían otra forma de organización, alternativa al modelo capitalista actual. Trabajar en el sector es un proceso orgánico, que se ha consolidado en ofrecer asesoramiento para gestionar de la mejor forma posible los recursos disponibles, etc.
Hoy, ambas instituciones se unen para desarrollar proyectos, así como comunidades con demandas de programas específicos. En estos casos, cuando la demanda viene de la comunidad, corremos tras avisos y concursos que hacen posible el trabajo. Otro enfoque es nuestro cuestionamiento de los modelos de construcción, industrialización y mercado ya consolidados. Este cuestionamiento constante del contacto con diferentes territorios nos lleva a desarrollar investigaciones sobre cómo construir de otra manera, sobre cómo cambiar el modelo, esta investigación es transversal a todos los proyectos, y la viabilidad y continuidad de estas indagaciones se da a través de concursos y premios. que dan impulso al desarrollo de estos estudios.
RB: Su trabajo se centra en los sistemas socioambientales urbanos en las zonas rurales, campo de acción que debería recibir cada vez más atención en los próximos años. ¿Podría comentarnos un poco sobre su interés por el campo y sus problemas?
NM: Más de la mitad de la población mundial vive en centros urbanos y se espera que ese número aumente, alcanzando aproximadamente el 70% de la población en 2050, según datos del Global Status Report 2017 de las Naciones Unidas. El movimiento migratorio desde áreas rurales hacia asentamientos urbanos precarios y densamente poblados es constante, muchos ubicados en áreas con riesgo de deslizamientos e inundaciones. En este contexto, nuestra práctica profesional e investigación académica se enfoca en el desarrollo de proyectos arquitectónicos socioambientales en áreas rurales con el fin de fortalecer las oportunidades de la economía local y la generación de ingresos, además de mejorar y fortalecer la comprensión de los sistemas urbanos de las pequeñas y medianas localidades y, por tanto, apoyan el estudio territorial y geográfico.
Pensando en estructuras resilientes y formas de convivencia en armonía con el entorno en el que operan, estudiando soluciones constructivas en lugares remotos y de difícil acceso, con condiciones naturales en ocasiones adversas y vulnerabilidad social, entendemos que es una de las posibles vías para movilizar y transformar la realidad local.
Las grandes ciudades no tienen infraestructura para apoyar el crecimiento de la población, y las áreas rurales tienen poca, -si no ninguna-, infraestructura de saneamiento básico, provisión de agua potable, electricidad, gas natural, etc. Pensar en una red, un sistema de ciudades pequeñas y medianas que permitan mantener su relación con el entorno, pero no desde una perspectiva romántica, sino desde soluciones estructurales que faciliten un crecimiento saludable, son cuestiones urgentes para preservar el medio ambiente. Ya no es posible, a través de nuestra actuación profesional, como profesionales de arquitectura, seguir reproduciendo un modelo depredador del entorno, de forma automática, sin preguntarnos por la forma en que se produce la materia prima de nuestras obras.
RB: Tus proyectos buscan fortalecer las economías locales. En términos generales, ¿qué estrategias y pautas sigues para lograr este objetivo?
Los proyectos que desarrollamos requieren de un cuerpo de profesionales de diferentes áreas, por lo que siempre trabajamos en alianza con economistas, sociólogos, psicólogos, ingenieros, permaculturistas, y trabajadores sociales. Equipos especializados realizan la prospección y diagnóstico de grupos y organizaciones sociales relevantes, con capacidad de crecimiento y desarrollo local, que puedan absorber nuevos integrantes en su estructura, fortalecer cadenas productivas y proveedores, o ser modelo para otras organizaciones locales.
En este punto, el diseño arquitectónico entra en juego para traer mejores condiciones al espacio de trabajo. Los grupos pasan la mayor parte del día en el lugar de trabajo, incluida la gestión del recurso de inversión disponible para aprovecharlo de manera que permita el desarrollo y la autonomía del grupo. Esto es lo que garantiza cosechar resultados positivos en la medición del impacto. E, incluso cuando el foco está en el desarrollo económico para lograr la autonomía de la organización, siempre buscamos, con pequeños gestos y estrategias de proyecto, transformar el espacio también en un lugar de encuentro para la comunidad. La mayoría de los grupos tienen un mayor porcentaje de mujeres, madres y abuelas que unen a sus familias y al vecindario. Así, en las aldeas pequeñas que no tienen estructura social ni equipamiento, el propio espacio de trabajo de la cooperativa actúa como lugar de encuentro de la comunidad.
RB: La participación de la comunidad a lo largo del proceso de diseño también recibe mucha atención en tu práctica. ¿Cómo funciona el proyecto y la estructura de ejecución en estos sistemas coparticipativos? ¿Cómo influye en las decisiones de diseño y las tipologías empleadas?
NM:
De nuestra propia experiencia, aprendimos que para que el proyecto tenga éxito - y para el éxito entendemos la apropiación y uso del espacio construido - la participación comunitaria debe estar presente desde las primeras entrevistas. Y los modelos físicos presentados en las reuniones son fundamentales para comprender y discutir el Estudio del Proyecto. Las necesidades y experiencias deben registrarse y tenerse en cuenta. El proyecto se construye en conjunto, porque son las personas las que utilizarán el espacio, las que tienen el conocimiento sobre los procesos, las formas de hacerlo.
Así, aprendimos mucho en estas reuniones, en estos talleres, donde nos familiarizamos con diferentes procesos, como el procesamiento de castañas caju, molienda de harina de babasú, producción de miel, aceite, rapadura, panadería, etc. ¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene todo lo que consumimos y por qué cuesta lo que cuesta? Generación tras generación han trabajado reproduciendo formas de hacer artesanías, que permiten la continuidad de las tradiciones, pero que, en ocasiones, en esta repetición del trabajo manual, tiene consecuencias para la salud, como la mala postura en el lugar de trabajo, por ejemplo. Por ello, incorporamos estudios de ergonomía, confort ambiental, etc., buscando conciliar tradiciones en la forma de hacer con los conocimientos técnicos de la academia. De cada trabajo construido y completado, agregamos muchos aprendizajes para el siguiente proyecto.
Lina Bo Bardi, en un momento determinado de la construcción de Sesc Pompéia, trasladó su oficina a la obra, lo que le permitió resolver detalles constructivos mediante dibujos "in situ" y en tiempo real. Los costos logísticos para acceder a nuestras obras, en destinos remotos, se superpondrían con los recursos disponibles para la construcción. Por eso, en nuestra forma de hacer y construir, pasamos a un modelo de oficina itinerante. Decidimos llevar nuestra oficina al sitio de construcción, permaneciendo en el sitio el mayor tiempo posible, interactuando así en un diálogo activo y decidido con todos los involucrados, ya sea el equipo de construcción o la comunidad. Hoy, concluimos que ciertas obras, como la construcción del refugio de canoas en Jaguanum, no hubieran sido viables sin este movimiento, debido al carácter muy experimental de la propuesta, lo que nos llevó a un proceso de prueba y error en la prototipado hasta llegamos a la solución más viable.
RB: Para concluir, me gustaría saber más sobre tu práctica artística, en concreto y la instalación ¿Cuánto cuesta preservar el bosque? realizada en la última Bienal de Arquitectura de São Paulo. ¿Cómo encaja este proyecto en tu conjunto de obras y cómo la práctica artística interfiere, complementa o tensiona tu práctica arquitectónica?
NM: Participamos en la XII Bienal de Arquitectura de São Paulo por invitación de los curadores para crear un site-specific, vinculado a nuestra práctica con comunidades tradicionales que luchan por la preservación y demarcación de la tierra. Así, desarrollamos una propuesta para dar visibilidad al “día a día” de los rompedores de babasú.
La almendra babasú se encuentra en la zona de transición entre la selva amazónica, el cerrado y la caatinga, denominada Zona dos Cocais. Ricas en palmeras carnauba y babasú, las familias de la región formadas por comunidades indígenas tradicionales, quilombolas y pequeños productores agro-extractivos se ganan la vida con este recurso natural, lo que demuestra la rica diversidad sociocultural de la región. Sin embargo, estas zonas se encuentran profundamente amenazadas por el cambio de uso del suelo, provocado por el avance desenfrenado de la ganadería y los monocultivos. La Amazonía legal registra un 20% de deforestación con 153 acres perdidos por minuto.
A través de entrevistas, “reportes diarios”, recolectamos información sobre el peso que carga cada mujer, rompiendo 120 kg de coco cada dos días de trabajo. El área de intervención de la instalación en la Bienal albergó estos 120 kg de coco babasú (714 cocos). Los ponentes a lo largo del espacio reproducen relatos de la vida cotidiana de estas mujeres: su vida social, su trabajo, el significado de 'vivir' en este contexto social y entorno natural - ellas, como protagonistas del espacio, de la arquitectura construida. El resultado de este trabajo está en estrecha relación con nuestra práctica, porque creamos una instalación que no generó residuos de la exposición, y porque la sociedad está en el centro del tema. El arte nos cautiva y es una herramienta de diseño en todos sus repertorios, desde la danza, el teatro, la música, las artes visuales. Pero, sobre todo, es una herramienta para educar, transmitir conocimientos y fortalecernos como ciudadanos críticos y conscientes.
Este artículo es parte del Tema del mes en ArchDaily: Prácticas Jóvenes. Cada mes exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y obras. Conoce más sobre nuestros temas. Y como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestros lectores. Si quieres postular un artículo o una obra, contáctanos.
